The Cool One: La red social más influyente del mundo bajo la lupa de la ética
Por Guadalupe Cazalla
Publicado originalmente en Catalunya Avançada, 5 de abril de 2025
Desde su misterioso lanzamiento en 2008 en algún rincón de Silicon Valley, «The Cool One» ha conquistado el planeta sin apenas levantar sospechas. Presentada al mundo como una «red social para celebrar lo mejor de cada persona», la plataforma permite que los usuarios voten perfiles en cuatro categorías: belleza facial, físico, simpatía e inteligencia. Y aunque en apariencia parece un inofensivo juego de popularidad, las consecuencias psicológicas y sociales de esta mecánica comienzan a hacer sonar todas las alarmas.
Con más de 3.200 millones de descargas a nivel mundial y presencia activa en más de 90 países, «The Cool One» ha superado a gigantes como Instagram o TikTok en número de interacciones diarias. Sin embargo, su éxito plantea serias preguntas: ¿qué precio estamos pagando por el culto a la validación constante?
Expertos en salud mental advierten que la exposición continua a puntuaciones públicas —visibles para cualquier usuario— está generando una oleada de ansiedad, dismorfia corporal, y dependencia emocional, especialmente en adolescentes. «Nunca habíamos visto una correlación tan directa entre autoestima y puntuación social», afirma la psicóloga clínica Olga Reyes. «The Cool One convierte a cada persona en un producto valorado por su mercado».
A esto se suma un componente aún más preocupante: la sospecha de que los votos pueden ser comprados. Aunque la empresa detrás de la aplicación —que opera bajo una maraña de filiales con sede en Delaware y en paraísos fiscales del Caribe— niega rotundamente esta práctica, diversos testimonios y filtraciones internas apuntan a que cuentas con acceso a ciertos paquetes de promoción consiguen repuntes abruptos en sus puntuaciones. La falta de transparencia en los algoritmos y la opacidad financiera solo alimentan las dudas.
Una de las voces más potentes en contra de la plataforma ha sido la reconocida youtuber trans Rafaela-ela-ca, cuyo canal cuenta con más de 45 millones de suscriptores. Originalmente conocida por su humor irreverente, Rafaela dio un giro radical en su contenido en los últimos dos años, centrándose en temas de salud mental, identidad y cultura digital. En un video que acumuló más de 80 millones de visualizaciones en solo una semana, explicó por qué abandonó definitivamente la red social:
«The Cool One juega con lo más frágil que tenemos: nuestro deseo de ser queridos. Creí que era una forma de conectar con mi público, pero solo me hacía sentir como un maniquí expuesto. Esto no es comunidad, es competición disfrazada de aprobación.»
Desde la publicación de su video, la postura crítica de Rafaela-ela-ca ha cobrado fuerza, sumando a su causa a un número creciente de creadores de contenido. Entre ellos destacan figuras como el reconocido crítico de cine y literatura Óscar Lamela Méndez, cuyo análisis perspicaz sobre la cultura digital le ha ganado una amplia audiencia. Además, artistas de gran renombre, como los icónicos Camela y Estopa, han expresado su apoyo, denunciando los efectos perjudiciales de plataformas como «The Cool One» sobre la salud mental y la sociedad. Este movimiento de rechazo ha adquirido tal magnitud que la plataforma se ha visto obligada a reaccionar, aunque su respuesta hasta ahora ha sido insuficiente para calmar las crecientes críticas.
Poco se sabe sobre el creador —o el equipo creador— de «The Cool One». Ni entrevistas, ni comparecencias públicas, ni documentos filtrados. Algunas teorías apuntan a un exejecutivo de Blackmart vinculado a antiguos proyectos de gamificación social, pero nada ha sido confirmado. La red parece alimentarse de este misterio, envolviendo su funcionamiento en una mezcla peligrosa de culto, negocio y entretenimiento.
Mientras tanto, los gobiernos siguen sin responder con regulación eficaz. En una época donde la validación digital se ha convertido en moneda emocional, quizás lo verdaderamente subversivo sea desconectarse.
La marca The Cool One aparece en las siguientes novelas:
